29 jun 2015

Ese hombre de cara blanca y sombrero de copa

Un hombre desolado por una triste pérdida de hace varios años se hunde en su soledad entre las calles heladas de las temibles noches invernales, armado con una vara con apariencia cercana a un bastón y su sombrero de copa negro manchado de blanco por la fuerza de la nieve, decide esperar sentado sobre una caja a ver que fuente de calor puede conseguir desde la ventana que detrás de él se encuentra.

¿Qué tanta tristeza puede sentir este hombre de cara blanca como la leche? Sus bigotes negros como esta noche no parecen tener ganas de moverse al ritmo de un estilo chistoso marcado por el vaivén de sus palabras. No hay nadie más quien lo abrace que él mismo y esa manta avejentada que logró conseguir entre las últimas pertenencias de su amada, esa que un día se fue dejándolo hundido, ella, la bella dama que ascendió a otro nivel espiritual y sólo su cuerpo frío dejó sobre los brazos del pobre hombre que hoy aguarda en este callejón.


A alguien él ve, ese alguien que somos notros quienes desde una ventana muy lejana en tiempo y condiciones nos compadecemos de su desgracia y recuerdos que nunca él ni nuestra mente olvidarán.

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